Viena

Viena es única. La capital de la música es una de las ciudades más bonitas de Europa. Su pasado imperial dejó un legado muy valioso que atrajo a célebres compositores y artistas como Mozart o Beethoven.

Viena ha sido uno de los centros culturales más importantes a nivel mundial. En el siglo XIX fue la capital del poderoso Imperio austrohúngaro y se convirtió en un centro cultural, artístico y político muy importante.

La ciudad se encuentra en las orillas del Danubio, el segundo río más largo de Europa tras el Volga. Sus antiguos palacios imperiales nos dejaron sin palabras. El de Schönbrunn es el más conocido, aunque el de Belvedere también es espectacular. ¡Incluso el de Hofburg! En Viena no te faltarán palacios por visitar.

Si quieres pasar un rato entretenido, puedes acercarte hasta el parque de atracciones más antiguo de Europa. El Prater lleva funcionando desde 1897 y atrae a gente de todas las edades y nacionalidades para divertirse en sus atracciones.

La Catedral de San Esteban es uno de los grandes atractivos turísticos del centro de Viena. Su campanario sobresale y se puede ver desde muchos puntos de la ciudad.

Para los amantes de la música, no hay otro sitio mejor para disfrutar de una ópera que en la mismísima Ópera de Viena. No es una experiencia barata, pero seguro que te dejará con la boca abierta. Si tu presupuesto no es muy alto, puedes conseguir entradas para verla de pie a precios simbólicos. Para eso tienes que ir a la taquilla lateral de la calle Operngasse, aproximadamente 90 minutos antes de que empiece.

Incluso para los más golosos, Viena es un destino excelente. ¿Sabías que la famosa tarta Sacher nació allí? Concretamente en pleno corazón de la ciudad, en el Hotel Sacher. Puedes acercarte y probarla. ¡No hay nada mejor que lo original!

Nosotros recomendamos alojarse en Viena, como mínimo, un par de noches para descubrir los imprescindibles de la capital austriaca. Si tienes más tiempo, siempre puedes aprovechar su céntrica ubicación para conocer otras capitales europeas como Bratislava, Budapest o Praga. ¡Todas son preciosas!

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