Costa Rica es un destino maravilloso. Su naturaleza te enamora: cascadas, increíbles playas solitarias y una relación súper cercana con los animales. En tu viaje a Costa Rica no puedes dejar de conocer Puerto Viejo y sus alrededores. A nosotros fue una zona que nos gustó más que Guanacaste: menos explotada y mucho más auténtica. Es decir, más salvaje.
Cuando visitamos la zona nosotros dormimos en La Kukula Lodge. Sin duda, es mucho más que un alojamiento. Pepo y Sonia nos invitaron a pasar tres noches allí y podemos decir que es una de las mejores experiencias que hemos tenido jamás viajando. Normalmente acostumbramos a dormir en hoteles: tremendos bloques de hormigón con 800 habitaciones, insonorizadas, con climatizador, en el centro de una ciudad. ¡Y a partir de ahora nos va a parecer aburrido!

Echamos mucho de menos la sensación de tardar 30 minutos hasta recorrer los menos de 100 metros que había desde la entrada a la habitación. Y pensarás, ¿qué hacían estos locos? ¡Buscar animales! En la Kukula Lodge dormimos rodeados de todo tipo de especies: serpientes, monos, ranas, perezosos… Pero nos atrevemos a decir que lo mejor no era verlos, sino escucharlos cuando nos metíamos en la cama. Era un espectáculo.

Igual que cuando nos levantábamos, que podíamos escoger nuestro desayuno. Habíamos estado en muchísimos hoteles, pero jamás nos habíamos encontrado un menú (y es diferente cada día). Y la verdad es que lo agradecimos porque llevábamos casi tres semanas desayunando lo mismo: o pinto o huevos revueltos.
Otra cosa que nos fascinó fue ducharnos en medio de la jungla. La ducha está rodeada de ventanas abiertas que te transmiten la sensación de ducharte casi al aire libre. Es un momento súper relajante.

La ubicación del hotel también es muy muy buena. Está a medio camino de Puerto Viejo y Manzanillo, perfecto si buscas tranquilidad sin renunciar a la ubicación. Si no tienes pensado alquilar coche como nosotros, te puedes desplazar perfectamente en transporte público o en taxi.

Queremos agradecer una vez más a Sonia y a Pepo por su hospitalidad. Y un detalle. Albert tenía muchísimas ganas de encontrar una serpiente. Le encantan las serpientes. Durante nuestra estancia habíamos visto de todo menos este reptil. Se nos resistía. Y en la última noche, Pepo cogió una linterna y nos acompañó para ver si teníamos la suerte de ver alguna.
Volvimos a casa sin verla pero súper contentos con la experiencia y el trato recibido. Y además, no solo nos pone contentos que haya gente que haga bien su trabajo y brinde al turista experiencias únicas. Sino que haya gente que se aventure a dejar sus casas para tirar adelante sus sueños. Y así fue cómo nació la Kukula Lodge.

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