Atormentada llegada a Bruselas

Eran las 3 del mediodía y estábamos relajados en uno de los fantásticos trenes belgas, quizá los mejores de Europa. Estábamos a punto de llegar a Bruselas, la capital de Bélgica, después de pasar un par de días en Brujas, una ciudad mágica. Si estáis interesados en pasar unos días por Bélgica, podéis visitar este post. Comimos en el mismo tren un plato de espaguetis que nos llevamos de Brujas y disfrutamos del bello paisaje de Bélgica. En este trayecto de menos de una horita nos relajamos tanto que un momento casi nos sale más caro que todo el viaje.

Igual que la mayoría de grandes ciudades, Bruselas cuenta con varias estaciones. Nosotros nos teníamos que bajar en la segunda estación de Bruselas, la del centro, la que cae a 2 pasos de la impresionante Grand Place. Cuando sonó el nombre de la estación nos preparamos y cuando ya habíamos pisado el suelo de la estación, a mí se me olvidó la mochila en el estante superior. Corrí como Usain Bolt para cogerla y poderme bajar del tren, pero no pude. Las puertas se nos cerraron en nuestros morros con Blanca en la estación y conmigo dentro del tren. ¿Por qué no dejé la mochila? Básicamente porque tenía mi ordenador, mi cámara, la documentación... y sobre todo algo que no tiene precio, las fotos de todos los viajes que hemos hecho juntos.

En aquel momento casi acabo como el Manneken Pis. ¡Suerte que Bruselas tenía varias estaciones! En aquél momento yo no lo sabía y me pensaba que me iría hasta la frontera con Francia que es hasta dónde llegaba el tren. Además teníamos otro problema añadido, que Blanca no tenía cobertura móvil así que era imposible contactar con ella. Por suerte, a través de la ventanilla del tren tuve tiempo de decirle a Blanca que no se moviera de allí, que ya llegaría. Al preguntar cuál sería la siguiente parada me dijeron que era Bruselas Norte y que estaba a 5 minutos de la central, así que pude regresar en tan sólo 20 minutos.

Blanca estaba desesperada en la estación porque no sabía cuando podía tardar. Yo me dirigí al andén 9, justo donde bajamos y no la encontré. Tras dar una vuelta por la estación la encontré delante del punto de información llorando.

Finalmente, pudimos disfrutar juntos de Bruselas con todas nuestras pertenencias. Todo quedó en un susto. Como se dice, de todo se aprende y nunca más he vuelto a dejar algo en el estante superior, ahora siempre me lo pongo encima, así no me lo dejo, aunque con liarla en los trenes y que se nos cierren las puertas somos especialistas. Pero eso ¡os lo contaremos en otro post! ¿Os ha pasado algo similar a vosotros?

Albert Serratacó

Cofundador de Los Traveleros. Barcelona, 1995. He dejado mi huella en 64 países, pero el corazón en Ecuador. Con permiso de Descartes, viajo, miro deporte y luego existo. Ahora soy corresponsal de este blog en todo el mundo y llevo la comunicación a ciclistas profesionales.

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4 comentarios

  1. Hola a todos

    Mi esposa Dalia y yo viajábamos de Kobe a Nara y en Osaka teníamos que cambiar de trenes. Ambos sabíamos cuál era el siguiente tren y en qué anden. Al bajar en Osaka e ir subiendo por las escaleras eléctricas nos separamos por la multitud ya que ella iba por la línea rápida, en un segundo ya no nos vimos. Debido al corto tiempo que teníamos para el transbordo, decidí ir al siguiente tren, esperando que ella hiciera lo mismo, pero no, ella se quedó buscándome entre la multitud. Yo me fui a Nara y ella se quedó en Osaka, incomunicados porque ella traía el Wi-Fi pocket además de todos los documentos. La busqué por todos los vagones y no la encontré. Al llegar a Nara fui al módulo de información al turista y nadie hablaba ni una gota de inglés, era imposible conectarme a la red Wi-Fi gratuita de la estación y tampoco podía en la red del Starbucks, hasta que me percaté que había unos iPads para uso libre, en ese momento respiré tranquilo pero cuál fue mi sorpresa que el idioma estaba configurado con kanjis y fue un horror cambiar el idioma (algún día que no tengan nada que hacer, pongan su celular en japonés con kanjis e intenten volverlo al idioma original jajaja). Finalmente me pude conectar al Facebook y Dalia no leía mis mensajes. En México ya era de noche y hasta que mi suegra se percató con mis publicaciones de que estábamos separados, ella pudo mandar a Dalia y pudimos hacer una videollamada por Facebook. Dalia estaba en un módulo de la policía llorando y finalmente tomó un tren y nos vimos en Nara dos horas después. Fue una experiencia de la que ahora nos reímos. A partir de ese momento, a cada lugar que llegábamos seleccionamos un punto de encuentro, en las estaciones de tren decidimos que siempre el punto de encuentro sería el anden uno. Afortunadamente el resto del viaje ya no nos perdimos. Saludos!

  2. Jajajaja, me pasó tal cual una noche en un tranvía de Amsterdam, recuerdo salir y mi novio por aquel entonces quedarse dentro del tranvía, sin batería en el móvil y mirándonos a través del cristal en plan…¿Qué hacemos? Así que yo me fui al hotel, pedí una copia de llave, ya que él tenía la única que nos habían dado y me senté a esperar hasta que llegó. Fue una situación muy cómica.

    1. Hola Ester,

      Jajaja qué bueno. Muchas gracias por compartirla con nosotros. Eso nos pasó hace mucho tiempo y justo unos días atrás la recordábamos. Si es que a veces no sabemos donde tenemos la cabeza jejeje

      ¡Un abrazo!

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